Después de unos días por Alcalá con los ensayo, los bailes, un paso por las urgencias del Príncipe de Asturias con Flor y unos mimos de Alberto, regresamos a Villaflor a cuidar la matanza, que por cierto va de maravilla.
Estrenamos el pluviómetro, el día 5 había recogido 12 litros y el 8 cuando nos vinimos iba por 14, ha sido un regalo que nos va a servir de entretenimiento y que nos resulta una buena diversión para el lugar.
El día 5 nació Javier, el niño de Lucía y el domingo aprovechamos para ir a ver a la mamá, al niño no pudimos verlo porque estaba en la incubadora, pero bien, todos lo que le habían visto decían que era precioso. Lo veremos al fin de semana que viene.
Aunque hacía una mañana fresquita nos fuimos a pasear por unas calles de Ávila que yo desconocía y que resultaron ser un encanto, salimos en un tramo de la muralla que no conocía y que había sido restaurado con muy buen hacer, hacía muy poco. La verdad es que Avila tiene zonas preciosas para pasear y para fotografiar. Terminamos la mañana tomando unas cervecitas con muy buen acompañamiento.
Aunque hacía una mañana fresquita nos fuimos a pasear por unas calles de Ávila que yo desconocía y que resultaron ser un encanto, salimos en un tramo de la muralla que no conocía y que había sido restaurado con muy buen hacer, hacía muy poco. La verdad es que Avila tiene zonas preciosas para pasear y para fotografiar. Terminamos la mañana tomando unas cervecitas con muy buen acompañamiento.