Aunque hemos estado en Villaflor ha sido diferente porque nos llevamos a Marina, nos cambia todo, bailamos a su antojo pero disfrutamos un montón. Se adapta perfectamente a lo que la decimos pero no deja de ser una niña y nosotros tratamos de ponernos a su altura. Nos toca jugar, cantar, reír, da un toque de alegría inmenso. La huerta la encantó y no quería salir de allí, quitó hierbas, arrancó cebollas, hizo comiditas que nosotros hicimos que nos comimos y que decir de ir sola a casa y abrir y cerrar la puerta con las llaves. Le encantaba ir a los recados y poder salir sola a jugar a la comba en la puerta de la casa. Disfrutó quitando la cama a Alberto y apoderándose de sus cosas. El sábado nos visitaron su tía María José y su tío Toño con Sandra, la peque está preciosa, nos hizo mucha ilusión conocerla, tiene seis mesecitos y es una monada. No hicimos nada especial pero disfrutamos con ella.
